sábado, 30 de marzo de 2013

El sacrificio no es el camino


Aun siendo tan amados por el universo y considerando que él está listo para ayudarnos en todo lo que necesitamos para sentirnos bien, está muy extendida la idea de que tenemos que sacrificarnos para obtener algo que consideramos importante para nuestra vida y para la vida de nuestros seres queridos.

El concepto de sacrificio está muy arraigado en nuestro subconsciente y fortalecido en la larga historia de la humanidad centrada en la idea de tener que luchar y sufrir para



 obtener algo mejor. Pero se acercan los días en que todos comprendamos la gran posibilidad de reconocernos como hijos amados y regalones de un universo que está llano a proporcionarnos todo en medio de la alegría de sabernos herederos de tanto bienestar, sin la necesidad de dolor y sacrificio.

En realidad, ahora vamos comprendiendo que ni siquiera es necesario pedir. Poco a poco vamos advirtiendo que ya hemos sido creados en medio de todo lo necesario, que ya somos todo y que ya tenemos todo lo que nos pertenece y que nuestra única tarea correspondería a agradecer todos esos regalos y disponernos a recibirlos en el amor.
El concepto de sacrifico parece ser adecuado cuando queremos lograr algo y no alcanzamos a tomar conciencia de que cualquier acto realizado a partir de esa iniciativo solo atraerá dolor. Cuando actuamos motivados por el sacrificio, pretendemos hacer una acción enmendadora para superar alguna circunstancia o condición, que al nacer de la baja vibración que la impulsa, solo puede generar frutos de la misma condición.

Cualquier acción surgida del sacrificio puede dar un fruto, pero ese fruto no tendrá el sabor dulce de la entrega que podría tener si fuera gestado del alegría, del agradecimiento y del amor. Las energías utilizadas en estas acciones siempre crearan una sensación de deuda. Debe ser por eso que  es muy común escuchar a los padres decir a sus hijos: “es que no entiendes el sacrificio que he estado haciendo por ti”. Esto mismo se puede aplicar a todas las áreas de la vida, en el trabajo, con la pareja, en la familia, en las sociedades, en la comunidad, en todas partes.

Si los frutos gestados a partir del sacrificio tienen una connotación negativa, tendrá que ser por algo. Seguramente no se encuentran alineados al bien. Una acción alegre y motivada por el bien de todos produce los frutos más dulces que puedas imaginar. Las influencias de estos actos tienen eco incluso varias generaciones posteriores. Todo el mundo puede recordar algún hermoso recuerdo de alguien que ya ha partido y que fue capaz de actuar bajo la influencia de la buenaventura y el amor sin condición alguna, solo por el hecho de entregar lo mejor. Su recuerdo trae buenos momentos.

Los recuerdos de aquellos que han dejado un sin número de sacrificios escritos en la mente de los demás, generalmente nos hace doler el alma. Sentimos una sensación muy fuerte que puede llevarnos hasta las lágrimas. Esos recuerdos nos emocionan, pero no nos hacen desear que la persona vuelva a pasar por mismo. Por lo general quisiéramos haber estado allí para haberle ayudado a pasarlo mejor.

Una vida centrada en el sacrificio no tiene razón de ser. Si somos amados y nuestro bien está asegurado, no existe la necesidad de sufrir para lograr nuestros objetivos. Podemos pedir y aceptar todo lo que necesitamos para nosotros y para nuestros seres queridos en medio de la alegría de saber que todo es mucho más fácil de lo que pensamos.

La ley de atracción expresa con firmeza la idea de que para conseguir algún objetivo es necesario emocionarse positivamente ante la expectativa, imaginar que ya lo tenemos y agradecer por la certeza de que ya viene en camino el bien solicitado. La idea de sacrificio entorpece la llegada de todo lo bueno que deseamos y si llegamos a concretarlo, no será algo que los demás quieran imitar.

Aquel que se ha dado cuenta que puede estar sereno frente a sus circunstancias, que puede comprender que solo él y nadie más que él está saboteando su propio bien, tendrá la capacidad de sonreír y retirar el drama que ha ido sosteniendo para querer conseguir sus logros. Este podrá instalar una gran sonrisa en su rostro y desde ese momento se dejará regalonear por el universo, quien, en premio a su entendimiento, le entregará cuanto necesita y aun mucho más de lo que había esperado.

El que busca encuentra, pero la búsqueda no tiene necesidad de originarse a partir del drama. La búsqueda ideal es aquella en que logramos detectar todo lo que está impidiendo recibir la herencia fabulosa que nos rodea desde que hemos sido creados. No hay necesidad de sacrificio, ya es hora de comprender eso.

Nuestra idea de sacrificio también alcanza a aquella costumbre de pedir y esperar muy poco del universo. Muchas veces declaramos nuestra conformidad a perder algo  como requisito para conseguir otra cosa. El universo está dispuesto a darlo todo al mismo tiempo porque es rico y abundante. No hay necesidad de pedir proporciones o trozos dentro de esa inmensa abundancia natural. Si lo hacemos así, así se nos dará. Como sea nuestra voluntad, así será. No es el universo quien nos restringe, somos nosotros mismos los que hacemos eso.

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